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Un Mensaje a la Conciencia

Christian Talk

Populares programas de 4 minutos que comienzan con una anécdota o historia y terminan con una aplicación moral y espiritual. Se han transmitido de lunes a sábado durante más de 40 años. Actualmente se difunden más de 4 mil veces al día en 30 países en la radio, la televisión y la prensa, y ahora via Internet en Conciencia.net.

Location:

Costa Mesa, CA

Description:

Populares programas de 4 minutos que comienzan con una anécdota o historia y terminan con una aplicación moral y espiritual. Se han transmitido de lunes a sábado durante más de 40 años. Actualmente se difunden más de 4 mil veces al día en 30 países en la radio, la televisión y la prensa, y ahora via Internet en Conciencia.net.

Language:

Spanish

Contact:

Asociación Hermano Pablo Box 100 Costa Mesa, CA 92628 9499227501


Episodes
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«Me gusta entrar al chat»

8/26/2025
En este mensaje tratamos el caso de una adolescente que «descargó su conciencia» en nuestro sitio www.conciencia.net. Lo hizo de manera anónima, como pedimos que se haga; así que, a pesar de que nunca se lo había contado a nadie, nos autorizó a que la citáramos, como sigue: «Tengo quince años. A mí me gusta entrar al chat. En una de esas, conocí a un chico que me pidió que fuera su novia, y yo acepté. Ese mismo día nos conocimos. Él me pidió tener relaciones íntimas, y yo accedí. Esto lo hice porque me sentía sola. Luego de eso, me sentí mal. Había fallado a Dios y a mi familia. »Creo que Dios jamás me perdonará y que no merezco el amor que Él me da. No sé cómo alcanzar el perdón de Dios.» Este es el consejo que le dimos: «Estimada amiga: »¡Cuánto lamentamos tu situación! Aprendiste demasiado tarde que hay algunas decisiones a las que no se les puede dar marcha atrás. Jamás podrás volver a ser virgen, y por eso estás tan apenada. »A pesar de las imágenes sexuales que nos rodean, los programas de televisión y las películas, la pornografía en la Internet, y la proliferación de actividad sexual entre adolescentes, en lo profundo de tu ser ahora reconoces que entregaste algo muy valioso. Y como no hubo sentimientos de amor de por medio, no pasó mucho tiempo sin que te dieras cuenta del terrible error que cometiste.... »Sin embargo, ¡tenemos buenas noticias para ti! Dijiste que les fallaste a Dios y a tu familia, y que ya no mereces el amor de Dios. Tienes razón. Pero es igual para todo ser humano. Todos les hemos fallado a Dios y a nuestra familia, y ninguno de nosotros merece el perdón. Es por eso precisamente que Dios el Padre tuvo que entregar a su único Hijo Jesucristo para pagar el precio por lo que hemos hecho. Por eso Cristo tuvo que morir en la cruz. ¡No lo merecemos! ¡Pero Él lo hizo por nosotros porque nos ama! Cuando le pidas perdón, Él te perdonará. Quedarás completamente limpia y sin pecado. »... Te recomendamos que nunca más chatees con desconocidos por Internet. Con todo y el gran error que cometiste, debes estar agradecida de que aquel tipo no resultó ser un homicida. Chatear por Internet es una actividad muy peligrosa. Casi a diario sabemos de casos en los que alguien fingió ser otra persona a fin de cometer un delito, incluso un asesinato. Te rogamos que te comuniques únicamente con personas a las que conozcas, y que nunca accedas a encontrarte con un desconocido por ninguna razón. Con el tiempo, comprenderás que hay hombres perversos que están al acecho en la Internet, a fin de aprovecharse de la ingenuidad de muchachos y de jovencitas como tú. »En cuanto a la soledad que sientes, has aprendido que puede llevarte a tomar malas decisiones. Haz planes para reunirte con otras personas en un ambiente seguro. Hazte miembro de un club o de un equipo deportivo o de un grupo de jóvenes. Dona tu tiempo como voluntaria en una obra de caridad o en un hospital. Tal vez no suceda de inmediato, pero tarde o temprano conocerás a personas como tú con las que podrás cultivar una amistad confiable. »¡Mantente a salvo y protegida! »Linda y Carlos Rey.» El consejo completo, que por falta de espacio no pudimos incluir en esta edición, puede leerse con sólo pulsar el enlace que dice: «Caso 131» dentro del enlace en www.conciencia.net que dice: «Casos». Carlos Rey Un Mensaje a la Conciencia www.conciencia.net

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Hasta la basura sirve para algo

8/25/2025
Mirar desde la ventana de ese sexto piso era ver un paisaje gris y sombrío. Porque la ventana de ese apartamento daba a un oscuro callejón del barrio de Harlem, Nueva York. Y el callejón era, en sí mismo, un enorme depósito de basura infestado de ratas. Fue por esa ventana, a treinta metros de altura, que cayó el pequeño Ramal Gentry, de dos años de edad, hijo de Rhonda Gentry. Pero la basura lo recibió blandamente, como los brazos mismos de su madre, y el pequeño no sufrió más que el susto. «Dios y la basura —declaró después la madre— hicieron el milagro.» Es interesante cómo aquello que tenemos por inservible viene a veces a salvarnos de algún desastre. Se supone que la basura no sirve para nada. Por eso la quitamos de la casa, la metemos en bolsas plásticas o de papel y la llevamos a un basurero. O la dejamos en el sitio indicado para que la recoja la municipalidad. Las grandes ciudades del mundo recogen cada día millones de toneladas de basura y la llevan lejos, para que no ofenda a nadie. Pero con esa basura se rellenan terrenos baldíos, o se pone la base para nuevos caminos, o se quema y se saca de ella energía. En el caso del pequeño Ramal, la basura sirvió para salvarle la vida y para que su madre elevara una oración de gratitud a Dios. En la célebre parábola del hijo pródigo relatada por Jesucristo, se cuenta del joven que vivió perdidamente derrochando toda su herencia. Lo gastó todo hasta que se vio pobre y derrotado, cuidando cerdos y comiendo basura. Pero esa miserable situación sirvió para que el pródigo tuviera una reacción moral, que lo hizo regresar a la casa de su padre y al albergue de la familia. ¿Será posible que nos hallemos hoy en medio de lo que consideramos un montón de basura? Es más, ¿nos consideramos nosotros mismos basura? Quizá la vida nos haya vencido. Quizá los vicios nos tengan derrotados. Quizá nos hallemos quebrantados, amargados, desalentados. Quizá hayamos perdido toda esperanza de recuperación y aun todo deseo de vivir. Ha llegado entonces el momento de reaccionar. Ha llegado el momento de pedir socorro divino. Ha llegado el momento de confesar, como el hijo pródigo: «He pecado contra el cielo y contra ti» (Lucas 15:21). Y clamar: «¡Ayúdame, Señor!» Jesucristo puede sacar a todo ser humano de cualquier basurero, no importa lo grande o maloliente que sea. Basta con que clame a Dios en medio de su dolor. Él sólo espera oír su clamor. Hermano Pablo Un Mensaje a la Conciencia www.conciencia.net

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«Mi hijo se lanzó de un tercer piso»

8/23/2025
En este mensaje tratamos el siguiente caso de una mujer que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net, autorizándonos a que la citáramos: «Hace unas semanas tomé la decisión de viajar [a otro país], dejando a mis hijos de veintiocho y treinta años. A los pocos días de mi viaje, mi hijo mayor se lanzó de un tercer piso y se mató. Así que regresé a [mi país], pero no tengo ánimo para nada. Le agradezco un buen consejo.» Este es el consejo que le dio mi esposa: «Estimada amiga: »¡No podemos ni imaginarnos la desesperación que usted está sintiendo! Perder a un hijo a cualquier edad es una agonía indescriptible, pero cuando ese hijo causó su propia muerte, el vacío que deja en sus seres queridos puede parecer peor que ser torturado. »La mayoría de las culturas occidentales han abandonado la práctica de hacer duelos como los descritos en la Biblia. En aquellos días, el pueblo se vestía con ropa de luto, demostrando así el dolor que sentía.... Su apariencia externa daba muestras de la aflicción que sentían por dentro. Además, era común que gimieran en voz alta por determinado tiempo.... »Esas demostraciones externas de duelo pudieran parecernos extrañas actualmente, pero cumplían el propósito de permitir el desahogo de las emociones y del dolor. Hoy día, por lo general, se espera que los dolientes derramen algunas lágrimas y luego reanuden su vida normal. Tienen que sufrir en silencio, solos, tal como lo está haciendo usted ahora. »Usted dice que no tiene el ánimo ni la motivación para hacer nada. ¡Claro que no! No ha tenido suficiente tiempo para afligirse. El llanto desgasta nuestro ánimo por completo cuando no tenemos maneras aceptables de demostrar todo lo que estamos sintiendo. »Le serviría de mucho hablar acerca de su hijo y de lo que usted está sintiendo. Le recomendamos que lo haga a menudo y honestamente con sus amigos y con sus familiares. Si eso no es posible, entonces una buena opción es que acuda a una consejera profesional.... »¿Por qué Dios no impidió que su hijo se hiciera daño? ¿Por qué no impide Dios que todos se lastimen a sí mismos o se suiciden? ¿Por qué no interviene e impide que tomemos una sobredosis de drogas o que nos maltratemos unos a otros? ¿Y qué del abuso infantil, del abuso conyugal y de los delitos violentos de todo tipo? ¿Acaso no debiera Dios eliminar nuestra capacidad de tomar esas malas decisiones dañinas? »Dios es un Padre amoroso que nos dio la vida, y que luego estableció las pautas para cómo vivir esa vida. Pero en vez de obligarnos a hacer las cosas de la manera que más nos conviene, Él nos dio la libertad para tomar nuestras propias decisiones. Eso es precisamente lo que usted hizo con su hijo mayor.» Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. El consejo completo puede leerse con sólo ingresar en el sitio www.conciencia.net y pulsar la pestaña que dice: «Casos», y luego buscar el Caso 737. Carlos Rey Un Mensaje a la Conciencia www.conciencia.net

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Falsa piedad

8/22/2025
(Día Internacional de Conmemoración de las Víctimas de Actos de Violencia Motivados por la Religión o las Creencias) Bernadete acababa de cumplir los diecisiete años de edad cuando recibió los resultados de las pruebas que confirmaban que padecía de una enfermedad cerebral. Sus padres creyeron que la muchacha podría encontrar alivio al someterse a un tratamiento especial, así que la llevaron a la casa de un tendero de nombre Emilio Bettio. Él les aseguró que el problema de Bernadete no era físico sino espiritual. Según el tendero, se trataba de una posesión demoniaca, y para librar del demonio a la infeliz era necesario azotarla fuertemente. Los desesperados padres dieron su consentimiento e hicieron arrodillar a la pobre Bernadete sobre una cama. Allí el tendero, sin compasión, descargó sobre ella dieciséis latigazos, y para darle un aspecto de piedad al castigo, con cada cuatro latigazos repetía: «En el nombre del Padre, en el nombre del Hijo, en el nombre del Espíritu Santo, Amén.» Los golpes fueron tan severos que la joven murió, y posteriormente, en Zurich, Alemania, se entabló juicio contra el verdugo Emilio Bettio: juicio por homicidio. Parece increíble que se cometiera semejante crimen en el nombre de Dios. Pero lo cierto es que lo mismo ocurrió tanto en las Cruzadas contra los infieles como en la llamada «Santa» Inquisición entre los siglos doce y diecinueve, y lamentablemente ocurre en el siglo veintiuno. Todavía hay quienes se valen del nombre de Dios para perpetrar toda clase de atrocidades. Algunos, motivados por su avidez de poder y control, engañan a otros que los siguen ciegamente. Otros se vuelven fanáticos de una causa por su propia cuenta, mientras que a otros los consume el deseo de ser el centro de atención por lo menos unos minutos. Los más fanáticos son capaces de llegar al extremo de suicidarse y a la vez matar a un sinnúmero de personas que poco o nada tienen que ver con las tales «causas» detrás de los hechos. ¿Por qué culparán a Dios de actos tan bárbaros? Porque así les dan a esos actos un aspecto de piedad. Es que saben que, si se hacen pasar por voceros de Dios y le atribuyen a Él la autoría intelectual, entonces se supone que a los demás no nos queda más remedio que tragarnos el cuento. ¿No es cierto que cuando alguien alega que Dios le dijo que tomara determinada medida, con eso se hace infalible? ¿Y quién de nosotros va a poner en tela de juicio la voluntad de Dios? El colmo de este engaño consiste en atribuirle la causa de la muerte al Autor de la vida. La verdad es que Jesucristo vino al mundo para erradicar la enfermedad de nuestra alma, librándonos así de la muerte y dándonos vida. Pero a diferencia de Emilio Bettio, Cristo no nos azota sin compasión ni nos pide que nos suicidemos o que azotemos o matemos a otros por su causa. Al contrario, Él mismo se dejó azotar y matar sin compasión por causa nuestra. Y por si eso fuera poco, nos asegura que si nos sometemos a su tratamiento especial de compasión y ternura, encontraremos alivio permanente para todo nuestro ser. Carlos Rey Un Mensaje a la Conciencia www.conciencia.net

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«Mi hermano y yo caímos en una práctica de incesto»

8/21/2025
En este mensaje tratamos el caso de un hombre que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net y nos autorizó a que lo citáramos, como sigue: «Cuando tenía seis años, mi hermano y yo sufrimos abuso sexual [por parte de un tío]. Otros muchachos nos incitaron a abusar sexualmente de nuestra hermana, pero no lo hicimos. »Luego, cuando tenía diez años y mi hermano entre ocho y nueve, caímos en una práctica de incesto, pero al tener uso de razón nos dimos cuenta de lo grave que fue lo que hicimos. ¿Creen que Dios pueda perdonarnos? Este pecado ha traído mucho dolor y vergüenza.» Este es el consejo que le dio mi esposa: «Estimado amigo: »Cuando su tío abusó de usted, lo expuso a algo que no debió haber aprendido a tan temprana edad. No obstante, después que usted fue víctima de esa terrible conducta, fue casi inevitable que la imitara o simulara repetirla usted mismo.... »Sin embargo, cuando a niños inocentes se les expone a la actividad sexual, ya sea como víctimas de abuso o viéndola en la vida real o en las películas, con frecuencia esos niños comienzan a simular lo que han visto. No se debe a que tales niños sean malvados; se debe a que esa es la naturaleza del desarrollo infantil.... »Dios, quien nos creó, también planeó que tuviéramos una década, más o menos, para poder practicar la vida antes de llegar a ser eternamente responsables de los errores que cometiéramos. Durante ese lapso de tiempo, el cerebro se desarrolla por etapas, según el acreditado psicólogo del desarrollo humano Jean Piaget. Antes de los siete años aproximadamente, los niños no tienen la capacidad de distinguir por completo entre lo verdadero y lo imaginario. A partir de los siete años hasta más o menos los once, los niños son capaces de comprender las cosas que pueden tocar y ver, pero sólo gradualmente comenzarán a desarrollar la capacidad de comprender lo abstracto, tal como las consecuencias del bien y del mal. »¿Acaso el Dios que lo creó a usted, el mismo que creó el proceso del desarrollo del cerebro, no comprendería cuando usted simuló lo que había aprendido? Claro que sí comprendió, y por eso no lo considera a usted responsable de lo que su cerebro no podía asimilar. »El apóstol Juan escribió que si confesamos nuestros pecados, Dios nos perdonará esos pecados. Desde luego, la confesión requiere sentir verdadero remordimiento por lo que hemos hecho. Usted ha manifestado que siente mucha vergüenza por lo que hizo, aunque ahora sepa que Dios no lo consideró responsable durante esa etapa del desarrollo de su cerebro. De modo que la respuesta a su pregunta es que sí, yo sé que Dios lo ha perdonado por cualquier cosa de la que pudo considerársele responsable.» Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. El consejo completo se puede leer si se ingresa en el sitio www.conciencia.net y se pulsa la pestaña que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 856. Carlos Rey Un Mensaje a la Conciencia www.conciencia.net

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El evangelio, el oro y la gloria

8/20/2025
(23 de agosto: Día Internacional para el Recuerdo del Comercio de Esclavos y su Abolición) El siglo dieciséis fue testigo de la cruel explotación del continente americano a manos de los conquistadores europeos. Éstos iban en busca de oro, pues sabían que era el camino más rápido y seguro para alcanzar el poder y la gloria. A diferencia de otros imperios del Nuevo Mundo, el reino de Yucatán carecía de ese precioso metal. Pero de esto no se enteraron Hernán Cortés ni sus trescientos hombres sino hasta después de llegar a conocer a los habitantes de aquella hermosa región. Como la tierra no tenía oro —afirma Fray Bartolomé de las Casas—, Cortés no acabó con los indígenas obligándolos a sacar el oro de las minas, sino que lo minó de los cuerpos y de las ánimas de aquellos a quienes él no mataba pero «por quienes Jesucristo murió», pues los convertía en esclavos sin distinción alguna. Para colmo, los vendía por el infame precio de vinagre, tocinos, vestidos, caballos, o cualquier otro comestible o chuchería que se le antojara. A las jóvenes Cortés las vendía en subasta, entre cincuenta y cien a la vez, y aun por las más atractivas se contentaba con recibir unos cuantos litros de vino o de aceite o vinagre, o un tocino nada más. De igual modo trataba a los muchachos que seleccionaba, de cien a doscientos a la vez, sin ningún criterio definido. A un joven que parecía hijo de príncipe lo vendió por un queso, mientras que a cien personas las vendió por un caballo. «En estas obras estuvo desde el año veintiséis hasta el año treinta y tres —concluye el fraile español—, ... siete años asolando y despoblando aquellas tierras, y matando sin piedad aquellas gentes». De veras es incalculable el daño que durante siete largos años les causó a esos indefensos indígenas de Yucatán el conquistador Hernán Cortés. Pero ese daño no le llega ni a los tobillos al infinito beneficio que les trajo en menos de la mitad de ese tiempo el conquistador Jesucristo. A diferencia de Cortés, Cristo no los mató ni los hizo esclavos con el fin de venderlos a cualquier precio, sino que murió en su lugar, pagando así el precio supremo por su redención con el fin de liberarlos de la esclavitud del pecado. Aun peor que la tragedia física es la tragedia espiritual de la que fue culpable Cortés. En vez de llevarles a los yucatecos el santo evangelio con la esperanza de vida eterna —que era la justificación de la conquista—, les llevó la muerte segura: tanto la física, que es temporal, como la espiritual, que es definitiva. El Conquistador espiritual se inmoló en vano por ellos porque los conquistadores materiales que tenían la responsabilidad de llevarles la salvación les llevaron la condenación. ¡Quiera Dios que de ninguna manera permitamos que vuelva a ocurrir esa tragedia! Determinemos hoy mismo, al aceptar el precio del rescate que pagó por nosotros, que su muerte en nuestro lugar no será en vano. Carlos Rey Un Mensaje a la Conciencia www.conciencia.net Brevísima relación de la destrucción de las indiasCronistas de indias: Antología

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«A mi esposo le gusta mucho ver pornografía»

8/19/2025
En este mensaje tratamos el caso de una mujer que «descargó su conciencia» en nuestro sitio www.conciencia.net. Lo hizo de manera anónima, como pedimos que se haga; así que, a pesar de que nunca se lo había contado a nadie, nos autorizó a que la citáramos, como sigue: «A mi esposo le gusta mucho ver pornografía, y eso a mí me molesta y duele. Yo le digo que eso no le hace bien a nuestro hogar y que... me hace sentir miserable [y] pensar... que no soy suficiente para él. Yo le pregunto por qué lo hace, y me dice que todos los hombres son así. »¿Es verdad eso? ¿Es posible que los hombres no puedan contener ese vicio?» Este es el consejo que le dimos: «Estimada amiga: »Sus preguntas son buenas, pero no tienen respuestas sencillas. Permítanos explicarle qué queremos decir con eso. »Su esposo dice que todos los hombres son así, y usted nos pregunta si eso es verdad. La respuesta es sí y no. »Sí, todos los hombres (y todas las mujeres) nacen con una tendencia a hacer cosas que no les convienen ni a ellos ni a los demás. Niños de dos años de edad se pegan entre sí y se pelean por obtener algo que no les pertenece. Nadie tiene que enseñarles que hagan cosas que los pondrán en peligro o que perjudicarán a los demás. Eso lo hacen como algo natural.... De modo que cuando su esposo dice que todos los hombres son así, es verdad que todos los hombres tienen la tendencia a pecar.... »Sin embargo, no es verdad que todos los hombres tengan la costumbre de usar la pornografía como un medio de satisfacción personal. Tampoco es verdad que todos los hombres piensen que está bien ver pornografía. Y el hecho de que su esposo justifique y trate que se considere normal su vicio es el aspecto más problemático de su situación. Debido a que no lo considera destructivo para sí mismo ni para su matrimonio, al parecer él no tiene ningún deseo de abandonarlo.... »Como no es él quien nos está pidiendo ayuda, de nada serviría decirle a usted lo que él necesita hacer para librarse del dominio de la pornografía. En el Caso 7, dimos algunas sugerencias para los que quieren vencer sus vicios. »Estamos totalmente de acuerdo con usted en que la pornografía no le hace bien a su hogar ni a su matrimonio.... Conduce al descontento... y al deseo de escapar de la realidad, rechazando a su compañera que tiene aliento de vida y cambiándola por relaciones virtuales. A algunos hombres, puede llevarlos a la comunicación en la Internet o mensajes de texto electrónico con otras mujeres, y eso está a un solo paso del adulterio, del riesgo de contraer alguna enfermedad venérea, incluso el SIDA, y de llevar una vida doble. »Le recomendamos que cultive una relación personal con Dios, quien le dará la sabiduría que necesita para influir en su esposo. Cuando ore, Dios le dará su paz divina en su interior y la fortaleza de carácter que usted necesita. Y apelará a la conciencia de su esposo, de modo que él no siga justificando su conducta, sino que quiera cambiar su vida. »Le deseamos lo mejor, »Linda y Carlos Rey.» El consejo completo, que por falta de espacio no pudimos incluir en esta edición, se puede leer si se pulsa el enlace que dice: «Caso 130» dentro del enlace en www.conciencia.net que dice: «Casos». Carlos Rey Un Mensaje a la Conciencia www.conciencia.net

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Tomar la vida en verso

8/18/2025
Los versos estaban mal compuestos, pero de todos modos eran versos. Es difícil lograr la rima y la cadencia de un Rubén Darío o de un Guillermo Valencia. Los versos decían así: «No debiste matar de noche / ni debiste matar de día. / Ahora debo sentenciarte / a prisión por toda tu vida. / Mataste a tu dulce esposa, / que tanto amor te tenía. / Ahora te han castigado: / ¡era lo que merecías!» Los versos los compuso el juez Robert Fitzgerald para condenar a cadena perpetua a David Schoenecker, de cincuenta y un años de edad. Schoenecker había matado a su esposa. Es la primera sentencia en verso que se conozca. Parece que el criminal había escrito también unos versos cuando mató a su esposa. Y aun después de oír la sentencia, escribió una cuarteta más: «Cuando yo escribí mis versos, / me encontraba muy enfermo. / Cuando el juez escribió los suyos, / no sufría de mal alguno.» No tomar uno en serio sus ofensas, no sentirse avergonzado de sus agravios, no sentir remordimiento ante el daño que uno provoca, es añadirle mal al mal. Ponerles nombres bonitos a las cosas feas no las mejora en nada. Y escribir versos para constatar un asesinato no cambia en nada el horrendo acto. Incluso, los versos del juez, de amargo buen humor, no alivian tampoco la sentencia. Con todo y versos, el hombre habría de pasar el resto de su vida en la cárcel. No hay que prodigar elogios al delito. No hay que cantarle loas a la muerte. No hay que pronunciar alabanzas al pecado. Algunos quieren hablarle con sarcasmo a la vida y proferir insultos al destino, pero no son más que pobres recursos del despecho que en nada aminoran el crimen. Las palabras del rey David, confrontado por su pecado de tomar como mujer a Betsabé, esposa del soldado Urías, y de enviar a Urías al frente de batalla para que lo mataran, no eran palabras de un rey arrogante. Eran las de un pecador contrito y humillado. «Ten compasión de mí, oh Dios, conforme a tu gran amor.... Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva la firmeza de mi espíritu» (Salmo 51:1,10). Y cuando Cristo quiso enseñarnos cómo debe un malhechor responder ante sus delitos, lo hizo poniendo una oración en labios de un desgraciado recaudador de impuestos. Las palabras son éstas: «¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!» (Lucas 18:13). No miremos con impudencia nuestro pecado. No hay ni gracia ni perdón para el que no confiesa su mal. Reconozcamos nuestra rebeldía, admitamos nuestra indocilidad, confesemos nuestro pecado, y Dios en un instante nos perdonará y nos limpiará de toda maldad. Hermano Pablo Un Mensaje a la Conciencia www.conciencia.net

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«Por no dañar a la familia»

8/16/2025
En este mensaje tratamos el caso de un hombre que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net y nos autorizó a que lo citáramos, como sigue: «Descubrí la infidelidad de la esposa de mi hermano. Ella me dio su teléfono para llevarlo a reparar, y de casualidad vi unas fotos indecentes en él y me di cuenta de que era con el esposo de mi hermana. Me molestó y los enfrenté, y les dije que se alejaran. No quise mencionárselo a mis hermanos, por no dañar a la familia, pero tengo dudas, ya que no sé si ellos han seguido viéndose. ¿Debo decírselo a mi familia?» Este es el consejo que le dio mi esposa: «Estimado amigo: »La situación en la que usted se encuentra es delicada y difícil, y nos entristece saberlo. La pregunta que nos hace es si debe o no contársela a su familia. En otras palabras, usted quiere saber si sería malo no contarle a su familia. »Como usted sabe, nosotros basamos nuestras respuestas en la Palabra de Dios, que es la Biblia, y la enseñanza que contiene. Hay muchas lecciones que nos enseñan a confrontar la maldad, que es precisamente lo que usted ya hizo cuando habló con la esposa de su hermano y el esposo de su hermana. »Ahora el problema es que no sabe si le pusieron fin a la relación ilícita, consignándola al pasado, o si sigue vigente. Lo más importante es que usted no lo sabe. Cuando no se sabe algo, no hay nada que decir. Las suposiciones y la especulación son chismes que no deben propagarse. »¿Procedió usted mal cuando decidió no contarles a su hermano y a su hermana luego de enterarse de esa relación ilícita? Algunas personas creen que la lealtad a la familia biológica es uno de los valores más preciados, y que esa lealtad requeriría que usted revelara lo que descubrió. Sin embargo, no sabemos de ninguna enseñanza bíblica que indique que tiene la obligación de contarle a su familia todo lo que usted sabe. Por supuesto, la Biblia enseña que debe siempre decir la verdad, pero no tiene que revelar todo lo que sepa o piense a menos que se le pregunte. »Usted explica que lo que más le preocupaba era el bienestar de los miembros de la familia, y por eso no se lo ha contado a sus hermanos. Estamos de acuerdo en que debe permitírseles a los culpables confesar sus propias infidelidades sin que usted intervenga. En el mejor de los casos, las dos parejas culpables acatarían la advertencia que usted les dio y comenzarían de una vez a reparar el daño causado en sus matrimonios respectivos. Si eso sucede, usted tal vez habrá evitado perjudicar aún más a sus hermanos, como también a sus sobrinos. »Pase lo que pase, creemos que usted no tiene la responsabilidad de intervenir, y que usted no tendrá la culpa si las cosas no salen bien. Y la próxima vez que lleve un teléfono para que sea reparado, le recomendamos que resista la tentación de ver lo que contiene.» Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. Este caso y este consejo pueden leerse e imprimirse si se pulsa la pestaña en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 736. Carlos Rey Un Mensaje a la Conciencia www.conciencia.net

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«Hoy me acordé de mis abuelos»

8/15/2025
(Antevíspera del Día del Abuelo en Argentina) «Esta mañana iba sentado en el autobús que me lleva de Alajuela a San José, cuando entró una jovencita acompañada de un campesino que, al parecer, era su abuelo. Ella ocupó un asiento vacío detrás del mío, y le dijo a su acompañante que se sentara en el que estaba a mi lado.... »Este campesino era sumamente rústico.... Su rostro revelaba una vida de trabajo rudo bajo el sol, y su fisonomía no era nada agradable. Andaba sin afeitarse, con las uñas sucias, aunque con ropa aseada. Llevaba un sombrero que acentuaba su origen. Miraba nervioso a todas partes y se agarraba del asiento como el que nunca ha montado en autobús.... Huyéndoles a las personas del pasillo, se acercaba demasiado a mí, y casi me tocaba la cabeza con el ala de su sombrero. Me sentí molesto. »En medio de mi desagrado, sentí un toque del cielo.... Se me ocurrió que aquel campesino bien pudiera haber sido uno de mis abuelos, a quienes nunca conocí, y que eran campesinos como él, y tal vez igualmente rústicos. Antonio y Rafael, que así se llamaban, nunca salieron del campo, y allí murieron relativamente jóvenes sin haber conocido a casi ninguno de sus nietos. Gastaron su vida bajo el sol, tras las yuntas de bueyes, y doblados al surco a fin de mantener a su familia. »Ese campesino también podía ser yo mismo si mis padres no se hubieran ido a la ciudad antes de yo nacer. Si hubieran seguido viviendo en el campo, ahora yo sería un rústico guajiro cubano.... »En ese momento el autobús pasó frente a un pequeño cementerio cerca del aeropuerto. Contemplé las cruces y pensé en la muerte. Me di cuenta de que, al final, tanto el cuerpo de ese rústico campesino costarricense como el de este guajiro cubano pulido por las circunstancias de la vida y bendecido por la misericordia de Dios van a ir al mismo sitio. Allí los gusanos no van a preguntar si sabíamos historia, literatura o psicología. A ellos no les importa si uno cultiva la tierra o si escribe versos. Se lo comen a uno de todos modos. Allí terminan el desprecio de los ricos por los pobres y la envidia de los pobres por los ricos. »Volví a mirar el rostro del campesino.... Lo vi un poco diferente. Era un ser humano a quien Dios ama. Era un hombre tan valioso como yo ante los ojos del Creador.... »Llegamos a la capital de Costa Rica. El autobús se detuvo.... ¡Qué bueno si me hubiera atrevido a saludar a aquel hombre de campo! Me hubiera gustado decirle aunque fuera: “Me llamo Luis. ¿Cómo se llama usted?” ... El campesino, sumamente nervioso, trató de ponerse de pie.... La jovencita que lo acompañaba lo sujetó y le dijo: “Espérese, don Luis.” »Y don Luis bajó casi de la mano por quien parecía su nieta. El otro Luis lo contempló por última vez, pidiéndole a Dios que bendijera a su tocayo....» Si bien muchos nos identificamos con el trasfondo y la experiencia que nos cuenta Luis Bernal Lumpuy en estas reflexiones, lo que más nos hace falta es tener esa actitud ante la vida, que lo lleva a concluir: «Volví a pensar en Dios, agradecido. Volví a darle gracias porque me ha permitido ver, tener y disfrutar de cosas que no vieron, ni tuvieron ni disfrutaron mis abuelos ni mis padres.» Carlos Rey Un Mensaje a la Conciencia www.conciencia.net Crónicas breves de un viajero cualquiera

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«Tampoco quiero dejar a mi segundo hijo sin su papá»

8/14/2025
En este mensaje tratamos el siguiente caso de una mujer que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net, autorizándonos a que la citáramos: «Hace unos siete años, conocí a un chico en mi trabajo. Yo estaba soltera [con un hijo de tres años], pero él tenía pareja y una hija. Con el tiempo... él dejó a su pareja e hija, y se fue a vivir conmigo. Ahora tenemos un pequeño de dos añitos.... »Me gustaría mucho casarme para estar bien con Dios... pero a la vez, no sé si casarme, ya que siento que mi pareja no ama a Dios como yo quisiera.... Sé que, si no me caso, sigo en fornicación, pero tampoco quiero dejar a mi segundo hijo sin su papá.... No sé qué es lo mejor: si casarme o si quedarme sola con mis niños.» Este es el consejo que le dio mi esposa: »Estimada amiga: »Quisiéramos ayudarle, pero ¡hay tantas cosas que no sabemos! ¿Qué pasó con el padre de su primer hijo? ¿Tiene ese hijo actualmente una relación con él? ¿Y qué de la hija de su pareja? ¿Tiene él una relación con ella? ¿La apoya él económicamente? ¿Aún quiere la mamá de esa hija estar con él? »¡Las respuestas a todas esas preguntas son importantes! La hija de su pareja necesita al papá igual que lo necesita su hijo menor. Y su hijo mayor también necesita al papá. La vida entera de esa niña y de esos dos niños está siendo afectada por las decisiones que usted ha tomado. La decisión de tener relaciones sexuales sin la cobertura del matrimonio es como pasar un semáforo en rojo, esperando no sufrir un choque. Tal vez tenga suerte una o dos veces, pero si no deja de pasar los semáforos en rojo sin detener la marcha, tarde o temprano sufrirá las consecuencias. »Usted ahora está afrontando esas consecuencias. Y sus hijos son las inocentes víctimas que también sufrirán consecuencias. ¿Entonces qué es lo mejor para la niña y los dos niños? »Usted dice que su pareja no ama a Dios como usted quisiera.... ¿Será él un modelo positivo en el hogar y respaldará las enseñanzas bíblicas? ... Incluso si él está de acuerdo con la fe de su familia ahora, no hay garantía alguna de que se mantendrá de acuerdo en el futuro. »¿Comprende usted la importancia que tiene la relación de su pareja con la hija que él dejó? Cuando ella viene a su casa, ¿puede usted tratarla igual que a los dos niños? ¿Y consiente que su pareja use una buena parte de sus ingresos para sustentarla económicamente? »Nosotros no podemos decirle lo que usted debe hacer, pero sí podemos decirle lo que no debe hacer. No siga viviendo en pareja ni teniendo relaciones sexuales con ningún hombre con quien no esté casada. Y no les diga a sus hijos que usted es una seguidora de Jesucristo, el Hijo de Dios, mientras que hace caso omiso de sus enseñanzas.» Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. El consejo completo se puede leer si se ingresa en el sitio www.conciencia.net y se pulsa la pestaña que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 855. Carlos Rey Un Mensaje a la Conciencia www.conciencia.net

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«Por mano de aquella mujer, Dios daba salud a tantos heridos»

8/13/2025
(Aniversario de la Caída de Tenochtitlan) Hace más de cinco siglos, el conquistador español Hernán Cortés «mandó hacer un banquete... en señal de alegrías de... haber ganado» en la toma de Tenochtitlan, la antigua capital del Imperio Azteca ubicada en la actual Ciudad de México. «Y para hacer la fiesta mandó convidar a todos los capitanes y soldados que le pareció que era bien tener [en] cuenta.... [Después] que habían alzado las mesas, salieron a danzar las damas que había, con los galanes cargados con sus armas, que era para reír...» Así describe en parte Bernal Díaz del Castillo, en su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, aquella cena celebratoria que se dio el 13 de agosto de 1521. A continuación el acreditado cronista español nombra a las mujeres selectas invitadas, entre ellas María de Estrada, Beatriz Bermúdez de Velasco e Isabel Rodríguez. Aunque Isabel, al igual que María y Beatriz, sin duda tuvo que tomar las armas y combatir en las batallas en las que participó, particularmente durante el Sitio de Tenochtitlan, lo que la distinguió a ella fue el rol de médica que desempeñó. En 1520, Isabel y su esposo Miguel Rodríguez de Guadalupe se unieron a la expedición de Hernán Cortés y, después de las bajas sufridas durante la Noche Triste y de la victoria obtenida en la Batalla de Otumba, ella comenzó a coordinar y a entrenar a voluntarias entre las mujeres, tanto españolas como indígenas aliadas, con las que creó un cuerpo de enfermería para acompañar de continuo a los combatientes. Según el catedrático castellano Francisco Cervantes de Salazar en su Crónica de la Nueva España, «como eran tan continuas las refriegas, salían de la una parte y de la otra muchos heridos, de tal manera que no había día que, especialmente de los indios amigos, no saliesen cientos heridos, a los cuales una mujer española, que se decía Isabel Rodríguez, lo mejor que ella podía les ataba las heridas y se las santiguaba “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, un solo Dios verdadero, el cual te cure y sane”, y esto no lo hacía más de dos veces, y muchas veces no más de una, y acontecía que aunque tuviesen pasados los muslos, iban sanos otro día a pelear... pues por mano de aquella mujer [Dios] daba salud y esfuerzo a tantos heridos...» ¡Con razón que doña Isabel tenía tanto éxito en la sanidad de sus pacientes! No pretendía que era la mano de ella la que sanaba sino la mano de Dios, a quien ella invocaba y atribuía toda cura y sanidad. Aquella médica abnegada sin duda recordaba cada vez lo mismo que recordaba el apóstol Pedro al referirse a la profecía de Isaías unos 700 años antes de la muerte de Jesucristo, el Hijo de Dios, en la cruz del Calvario: que Cristo fue herido por nuestras rebeliones y maldades, que hizo suyos nuestros pecados al sufrir y morir en nuestro lugar, y que sufrió esas heridas para que nosotros pudiéramos ser sanados. Sólo hace falta que clamemos a Él pidiéndole que perdone nuestros pecados y nos sane por completo, tanto física como espiritualmente. Carlos Rey Un Mensaje a la Conciencia www.conciencia.net Historia verdadera de la conquista de la Nueva EspañaCrónicas de la Nueva EspañaHistoria antigua y de la conquista de México

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La mordaz arenga de La Bermuda

8/12/2025
(Víspera del Aniversario de la Caída de Tenochtitlan) En el año 2012, el Museo Naval en Madrid, España, montó una exposición sobre las «Mujeres en la conquista y colonización de América». Según su propia presentación, la emprendió a fin de abordar «por primera vez la presencia y participación activa de la mujer en la conformación del Nuevo Mundo, un tema poco estudiado y mucho menos conocido. La mujer ocupó puestos destacados en la conquista de América.... Treinta mujeres acompañaron a Colón en su tercer viaje [y] más de 300 llegaron a Santo Domingo en el primer cuarto del siglo XVI.... »La mujer española del siglo XVI vivía supeditada a la tutela del varón y desprovista de toda relevancia intelectual. Su lugar era el hogar, donde ejercía de buena esposa y madre cristiana. Pero las españolas que emigraron a América escaparon a este rol femenino sobreponiéndose a un destino marcado. Arrancaron sus raíces para replantarlas en un mundo desconocido.» Una de esas mujeres era Beatriz Bermúdez de Velasco, conocida también como La Bermuda. Junto con su esposo, Francisco de Olmos, se unió al conquistador español Hernán Cortés después de llegar a México con la expedición de Pánfilo de Narváez en 1520. El catedrático castellano Francisco Cervantes de Salazar, en su Crónica de la Nueva España, describe textualmente cómo fue que La Bermuda ganó su reputación durante el asedio de Tenochtitlan: «Beatriz Bermúdez, que acababa de llegar de otro real, viendo así españoles como indios amigos todos revueltos, que venían huyendo, saliendo a ellos en medio de la calzada con una rodela de indios y una espada española y una celada en la cabeza... les dijo: “¡Vergüenza [de] españoles...! ¿Qué es esto que vengáis huyendo de una gente tan vil, a quien tantas veces habéis vencido? Volved... a ayudar y socorrer a vuestros compañeros que quedan peleando, haciendo lo que deben; y si no, por Dios os prometo de no dejar pasar [vivo a ninguno] de vosotros; que los que de tan ruin gente vienen huyendo merecen que mueran a manos de una flaca mujer como yo.” »Fue tal la vergüenza que sintieron los soldados españoles y el efecto de las palabras de Beatriz, que volvieron, hacia los enemigos, ya victoriosos, dando lugar a la batalla más sangrienta y reñida que jamás hasta entonces se había visto.... Finalmente, los españoles vencieron, poniendo en huida a los enemigos, siguiendo el alcance hasta donde los compañeros estaban peleando, a los cuales ayudaron de tal manera que todos salieron aquel día vencedores... de donde se entenderá lo mucho que una mujer tan valerosa como esta hizo y puede hacer con hombres que tienen más cuenta con la honra que con la vida, cuales entre todas las naciones suelen ser los españoles», concluye el cronista castellano. ¿Será posible que, en el fragor de aquella batalla, La Bermuda tuviera fresca en la memoria el relato bíblico en que el muchacho David hubiera querido así mismo arengar a los soldados israelitas amedrentados por el gigante Goliat? Carlos Rey Un Mensaje a la Conciencia www.conciencia.net Cronica de la Nueva España

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¿«Tarea exclusiva de hombres»?

8/11/2025
(Antevíspera del Aniversario de la Caída de Tenochtitlan) «Para quienes consideren que los hechos de armas son y han sido tarea exclusiva de hombres... el caso de la andaluza (o quizás cántabra) María [de] Estrada reviste especial interés.» Así comienza Manuel Lucena Giraldo, reconocido historiador español especialista en la Historia de América, un artículo publicado en el Diario ABC sobre aquella mujer aguerrida. El conquistador Francisco de Estrada, hermano de María, había acompañado a Cristóbal Colón como grumete, de modo que es probable que en 1509, cuando Francisco regresó al Nuevo Mundo para instalarse de forma permanente, María haya viajado con él. Como por entonces ella tenía ya entre treinta y cuarenta años, sus compañeros le habrían de poner el sobrenombre de «La vieja». Después de llegar a Cuba y de casarse con Pedro Sánchez Farfán, María participó en combates en la actual Matanzas y, según el doctor Lucena Giraldo, «hasta es posible que su hermosura la salvara de morir, pues un cacique la tomó para sí... hasta que los españoles se recuperaron de la derrota y volvió con su marido a Trinidad, al sur de la isla.» De Cuba a Veracruz, y de ahí a la sangrienta batalla de Otumba y al asalto final de Tenochtitlan, hay varios testigos oculares que constatan el papel que jugó María de Estrada en la conquista de México, mostrando desde el principio una capacidad guerrera que incluía hasta la invocación del apóstol Santiago en los asaltos. Por ejemplo, el cronista español-tlaxcalteca Diego Muñoz Camargo describe a María «con una espada y una rodela en las manos, peleando valerosamente con tanta furia y ánimo que excedía al esfuerzo de cualquier varón, por esforzado y animoso que fuera, que a los propios nuestros ponía espanto». Así mismo, el catedrático castellano Francisco Cervantes de Salazar recuerda que, después de la mortífera «Noche Triste» en la que murieron cientos de españoles e indígenas aliados, cuando el conquistador español Hernán Cortés ordenó que las mujeres que formaban parte de sus tropas se quedaran a descansar en la ciudad de Tlaxcala, María le reclamó: «No es bien, señor capitán, que mujeres dejen a sus maridos yendo a la guerra. Donde ellos murieren, moriremos nosotras, y es razón que los indios entiendan que somos tan valientes los españoles que hasta las mujeres saben pelear.» En lugar de sorprendernos, lo justo es que reconozcamos que, con ese arrojo, María de Estrada estaba siguiendo cabalmente el ejemplo de dos mujeres protagonistas del libro de los Jueces en la Biblia: la jueza Débora, que en calidad de comandante militar ordenó a su comandante Barac que atacara las tropas del general cananeo Sísara y lo acompañó porque él insistió que no iría sin ella; y Jael, la valerosa mujer que engañó a Sísara luego de vencido todo su ejército, y lo mató atravesándole la sien con una estaca, llevándose así la gloria de la victoria tal y como Débora había predicho que sucedería. Carlos Rey Un Mensaje a la Conciencia www.conciencia.net Cronica de la Nueva España

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«Vivo con mi hermano y no lo soporto»

8/9/2025
En este mensaje tratamos el siguiente caso de una mujer que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net, autorizándonos a que la citáramos: «Tengo un hermano a quien su esposa abandonó por maltrato físico y psicológico.... Ahora vive con otra mujer.... Él es machista y manipulador.... »Actualmente vivo en la casa de mis padres con él. Toda la vida él me ha maltratado verbalmente.... La última vez me agredió físicamente. He optado por mantenerlo siempre a distancia.... [Para mí es muy difícil] que él viva bajo el mismo techo, y por esa razón quiero irme muy pronto de casa, [aunque signifique] que debo dejar de cuidar a mi madre. No lo soporto.... ¿Será que no lo he perdonado?» Este es el consejo que le dio mi esposa: «Estimada amiga: »Sentimos mucho lo que ha estado sufriendo. Ha sido herida emocional y físicamente por su hermano, y tiene pocas esperanzas de que él intente cambiar su actitud y su conducta. Vivir bajo el mismo techo está impidiendo que usted tenga paz en su propio hogar. Usted no lo menciona, pero sería normal que también hubiera sentido ansiedad en cuanto a lo que su hermano hará la próxima vez. »Creemos que es una buena idea que se mude de esa casa. Tal vez pueda elaborar un horario para visitar y ayudar a su mamá cuando su hermano no se encuentre, de modo que no tenga que lidiar con él. »Es obvio que usted reconoce que el no perdonarlo le haría más daño a usted que a él. Así que se pregunta si el deseo que tiene de alejarse de su hermano es señal de que no lo ha perdonado, a pesar de haberlo intentado. ¿Cree usted que el perdón genuino hubiera hecho que el comportamiento de su hermano fuera más tolerable? Si usted de veras lo hubiera perdonado, ¿cree que consentiría entonces con que él la maltratara? ¡No, claro que no! Perdonar sinceramente a una persona no significa que pudiera llegar a gustarle o a tolerar su comportamiento. Perdonar a su hermano no requiere que mantenga una relación con él. »Consideremos lo que enseñó el apóstol Pablo. Algunas de las enseñanzas de San Pablo se encuentran en las cartas que él le escribió a su discípulo Timoteo. Dos de esas cartas forman parte de la Biblia. En la segunda carta, Pablo le advirtió a Timoteo que se cuidara de un hombre llamado Alejandro. Al parecer, Alejandro había perjudicado de alguna manera a Pablo, y Pablo estaba preocupado de que Alejandro trataría también de perjudicar a Timoteo. Así que Pablo le advirtió a Timoteo que tuviera cuidado y que se protegiera de Alejandro. »San Pablo no dijo nada en cuanto a perdonar a Alejandro porque ese asunto no tenía nada que ver. Simplemente le advirtió a Timoteo que se alejara del peligro. »Eso mismo le aconsejamos a usted. Para su propia protección y seguridad, le recomendamos que haga todo lo que pueda para mantenerse alejada de su hermano.» Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. Este caso y este consejo pueden leerse e imprimirse si se pulsa la pestaña en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 735. Carlos Rey Un Mensaje a la Conciencia www.conciencia.net

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Cuando fallece un niño

8/8/2025
(Víspera del Día Internacional de las Poblaciones Indígenas) Entre los indios chocóes, cuando fallece un niño los padres creen que su espíritu regresará. En vez de serles motivo de aliento o de consuelo, les infunde temor el regreso de esa indefensa criatura porque suponen que viene a llevarse a uno de sus hermanos. Y como si eso fuera poco, la presencia del espíritu de ese inocente ser querido implica que morirán, uno tras otro, los próximos hijos que nazcan. A esto se debe que le lleven a la tumba todos los objetos que han formado parte de su vida, tales como sus juguetes, utensilios y asientos. Además de pintarse todo el cuerpo, los trastornados padres cambian los vestidos que llevan puestos: la madre los cambia con una amiga y el padre con un pariente. Piensan que así el espíritu del pequeño no podrá reconocerlos, y por lo tanto no les hará daño. No pueden cambiar vestidos con cualquiera, porque las personas con las que cambian podrían sufrir personalmente o en su familia las consecuencias que los padres procuran evitar. Según los antropólogos Roberto Pineda Giraldo y Virginia Gutiérrez de Pineda, es por esa razón que la madre cambia su faldellín con el de una mujer que ya no concibe o es estéril, y el padre su taparrabo con el de un anciano. ¡Qué triste es sumarle a la desgracia de la pérdida de un hijo el espanto de su reaparición con malas intenciones! La vida es cruel, ¡pero eso es el colmo! Es particularmente infeliz cuando se reconoce que Dios nuestro Creador nos desea todo lo contrario en semejantes circunstancias. Él envió al mundo a una indefensa criatura a que naciera en un pesebre, para que posteriormente muriera como nuestro inocente ser querido, clavado en una cruenta cruz. Ése que se hizo pequeño y murió por nosotros es su único Hijo, Jesucristo. Y los únicos hermanos que tiene somos los que por la fe aceptamos ser adoptados como hijos de su Padre, que sólo así llega a ser «el Padre nuestro que está en el cielo». Mediante su muerte ese Hijo de Dios nos salva de la muerte eterna. Viene otra vez a llevarse a sus hermanos, pero lo hace con el fin de darnos vida eterna a nosotros y a futuros hermanos que nazcan de nuevo al aceptarlo como su Salvador personal. Así queda enterrada la vieja naturaleza de nuestra vida pasada. A Dios no lo engañamos con cualquier cambio de indumentaria. Más vale que sigamos el consejo de San Pablo: que nos quitemos el ropaje de la vieja naturaleza y nos pongamos el de la nueva. Así cuando Cristo regrese, nos reconocerá y nos llevará a estar con Él y con nuestros seres queridos que ya estén con Él en gloria. Carlos Rey Un Mensaje a la Conciencia www.conciencia.net Supersticiones y agüeros colombianosRevista colombiana de antropología

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¿«La maldición de Malinche»?

8/7/2025
(Aniversario de la Muerte de Rosario Castellanos en el Centenario de su Nacimiento) En la letra de la canción de Gabino Palomares titulada «La maldición de Malinche» —[la] «de brindar al extranjero nuestra fe, nuestra cultura, nuestro pan, nuestro dinero»—, el cantautor mexicano utiliza a la Malinche «como metáfora de la traición a la patria.... La canción remite, por supuesto, al personaje histórico de la Malinche, la mujer que sirvió de traductora [al conquistador español Hernán] Cortés, y presenta el malinchismo como una enfermedad que sufre el mexicano de ver al enemigo como amigo, de no prestar atención a la posible traición de la que se hace partícipe....» Así comienza la comunicadora social colombiana Natalia Roldán Rueda su tesis de Maestría en Literatura en 2012 de la Pontificia Universidad Javeriana en Bogotá, titulada: «Maldición de Malinche». «Pero al mismo tiempo — señala más adelante—, la Malinche ha sido identificada como la primera madre del mestizaje, con lo cual se hace imposible separarla de la descendencia actual.... »[En] El laberinto de la soledad, de Octavio Paz... la traidora se transforma... en la mujer violada, pero... responsable de las desgracias del pueblo que habita el antiguo territorio azteca.... Carlos Fuentes, [a su vez,] revisa la propuesta de [Octavio Paz] e intenta renovar la interpretación que se hace de la Malinche, pero... al final vuelve a responsabilizar a la indígena del surgimiento del mestizaje y de la destrucción del pueblo azteca. »[En cambio, la escritora mexicana Rosario Castellanos, en] la obra de teatro El eterno femenino... y su poema “Malinche”... plantea que la atribución de rasgos negativos a la Malinche no se debe simplemente a su papel como traductora, informante, amante o madre, sino a su posición como mujer.... »Mientras que Paz y Fuentes se instalan cómodamente en las interpretaciones tradicionales de la indígena, Castellanos revisa, con ironía, de dónde vienen esas interpretaciones y cómo estas señalan la posición [machista] del mexicano frente a la mujer.... La Malinche... deja de ser considerada la responsable de todas las desgracias del pueblo mexicano.... [Ella] no sólo piensa, actúa y es capaz de contradecir al hombre, sino que tiene un pasado que oculta una historia dramática en la que esa mujer conocida como la traidora de México en realidad fue traicionada y, en esa medida, ella es la víctima de la historia, no la victimaria», concluye la periodista colombiana. Gracias a Dios, si bien todos, sin excepción, nacimos bajo la maldición del pecado y vivimos actualmente bajo esa maldición y su consecuencia, que es la muerte misma, tenemos la esperanza de vida plena y eterna si clamamos a Dios pidiéndole perdón por nuestros pecados y ponemos nuestra fe en su Hijo Jesucristo. Pues según el apóstol Pablo, cuando Cristo murió en la cruz por nosotros, «nos rescató de la maldición de la ley haciéndose maldición por causa nuestra, porque la Escritura dice: “Maldito todo el que muere colgado de un madero.”» Carlos Rey Un Mensaje a la Conciencia www.conciencia.net

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¿Debe uno delatar a su padre condenado por abuso sexual?

8/6/2025
En este mensaje tratamos el caso de un hombre que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net y nos autorizó a que lo citáramos, como sigue: «Papá tiene setenta y dos años. Está perseguido por la justicia debido a tocamientos indebidos que cometió... en contra de una chica de dieciséis años. Lo ayudamos porque no sabíamos todo lo que había ocurrido, pero lo condenaron a diez años de cárcel y anda escondido.... »Ahora papá quiere prácticamente... que nos hagamos cargo de él. Yo ya tengo cuarenta y seis años. Ya no soy el niño que él antes manipulaba, pero mi amor por Cristo me tiene en un dilema en cuanto a cómo proceder. Él abusaba de mí y me golpeaba mucho, pero yo lo perdoné.» Este es el consejo que le dio mi esposa: «Estimado amigo: »Por una parte, sentimos mucho el cruel abuso que sufrió durante su niñez y las dificultades que está afrontando actualmente con su padre. Por otra parte, nos alivia saber que ha sentido la paz perfecta debido a que ama a Jesucristo, el Hijo de Dios, y es seguidor de Él. »De hecho, por ser seguidor de Cristo usted se preocupa en cuanto a quebrantar uno de los Diez Mandamientos, el que nos manda que honremos a padre y madre. »Su caso es uno de esos en los que parece imposible obedecer dos o más leyes de Dios al mismo tiempo. Usted quiere honrar a su padre conforme al mandamiento bíblico, y sin embargo vive en un país que tiene leyes y autoridades establecidas para hacer cumplir esas órdenes judiciales. Con relación a esas leyes, el apóstol Pablo enseñó que los que se oponen a la autoridad se rebelan contra lo que Dios ha ordenado, y serán castigados. ¿Entonces cómo es posible honrar al padre y someterse a las leyes del gobierno al mismo tiempo? ... »Honrar no significa que los hijos tienen la obligación de cubrir los gastos irresponsables o la conducta delictiva de los padres. Se nos han contado muchos casos en los que padres imprudentes e irresponsables han tratado de valerse de ese mandamiento para exigirles a sus hijos que los sostengan económicamente e incluso que paguen sus deudas. En el caso suyo, su padre está tratando de tergiversarlo a propósito a fin de exigirles que lo oculten de las autoridades. ¡Eso no es honrar! »Las leyes difieren de un país a otro, pero en muchos países usted estaría infringiendo la ley al respaldar de esa manera a su padre. Le recomendamos que le advierta que la próxima vez que lo vea, usted tendrá que llamar a la policía e informarle dónde se encuentra. Él se enojará mucho y lo atacará verbalmente con todas las armas de manipulación que tiene en su arsenal, así que usted debe determinar de antemano que ninguna de las palabras que él le lance tienen poder para hacerle daño.» Con eso termina lo que Linda, mi esposa, recomienda en este caso. El caso completo puede leerse con sólo pulsar la pestaña en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego buscar el Caso 854. Carlos Rey Un Mensaje a la Conciencia www.conciencia.net

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«El tiburón se acercaba»

8/5/2025
«Creció muy cerca del mar, en Chiquimulilla, en la costa sur [de Guatemala], pero no fue hasta que cumplió dieciocho años de edad que se atrevió a desafiarlo. Jorge Marroquín se fue con sus amigos, Ernesto Ramos y Macario Salguero, en una tiburonera de veinticinco pies que lucía más imponente en tierra que rodeada [por el] mar. Salieron por dos días y dos noches a navegar por las aguas donde... a veces las mantarrayas, que parecían pesar una tonelada, se acercaban perezosamente a la pequeña embarcación; donde súbitamente comenzaban a soplar vientos que en tierra jamás se habían sentido. »Los tres muchachos no llevaban más que un viejo pedazo de plástico para resguardarse de los chubascos y lluvias que aparecían de la nada. No lo usaban para protegerse del sol porque su oscura piel, aunque aún joven, ya estaba curtida por el sol. »Iban a cazar tiburones como lo han hecho los pescadores de la costa sur durante siglos. Con un gran anzuelo agarraban al tiburón y con su propia fuerza los tres luchaban con [el fiero pez] para subirlo al barco. Llevaban su amansalocos, un enorme garrote para pegarle al tiburón y someterlo para que lentamente muriera fuera del agua. »Aún fuera de su elemento, el tiburón podía ser peligroso. Habían escuchado las historias y visto los resultados de lo que sucede cuando un hombre se enfrenta a un tiburón sin el amansalocos. Viejos pescadores que deambulaban por las calles del pueblo sin un brazo o sin una pierna, que fueron agarrados, desprevenidos, por el animal que ya en sus últimas aún lograba abrir su enorme boca y clavar sus enfilados dientes en el cuerpo del hombre que se había atrevido a sacarlo de su mar.... »Una vez Jorge se perdió por seis días en el mar abierto. Estaba pescando [—cuenta Jorge—], cuando de repente se armó un chubasco con vientos y lluvias tan intensos que él y sus compañeros no podían hacer más que esconderse bajo su pedazo de plástico.... »... Vio que las costas de su tierra se iban acercando después de días en alta mar, conforme las corrientes lo acercaron... a tierra [Jorge aún no sabe por qué, pero invoca el dulce nombre de Jesucristo para agradecérselo]. Cuenta cómo se tiró al agua para nadar hacia tierra y preguntarle a alguien en la playa dónde estaban.... Un niño en la playa le dijo [que había llegado a la frontera con El Salvador], pero le preguntó cómo no se lo comieron los tiburones que nadaban en la zona cuando se arrojó al agua. [Jorge] recuerda el terror que sintió al meterse al agua para nadar de nuevo porque tenía que llegar a su tiburonera y sus compañeros. Cuando llegó al barco, le preguntaron dónde estaba. Les dijo que les diría, pero que antes lo sacaran del agua. »El tiburón se acercaba.» Así termina de contar el corresponsal de origen guatemalteco Harris Whitbeck, en la pintoresca obra titulada Guatemala inédita, la historia del intrépido pescador Jorge Marroquín. Hizo bien Jorge al agradecerle a Jesucristo su salvación en alta mar. Es que a su pueblo Dios le dice, por medio del profeta Isaías: «No temas.... Porque el que te hizo... es el Señor Todopoderoso.... El terror se apartará de ti, y no se te acercará.» Pero conste que Dios espera de nosotros que invoquemos su nombre y le demos las gracias en toda situación, tanto en las buenas como en las malas circunstancias de la vida. Carlos Rey Un Mensaje a la Conciencia www.conciencia.net Guatemala inédita

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«Contemplación de la naturaleza»

8/4/2025
«No es posible dejar de hablar de las Cataratas [del Iguazú] sin apuntar algunos datos numéricos, sobre todo si se atiende a que la gran mayoría de los lectores iberoamericanos desconoce la existencia de estas grandes reservas de fuerza y de riqueza.... »La zona de las cataratas comprende una superficie de setenta y cinco mil hectáreas.... La línea de los torrentes mide en conjunto dos mil setecientos metros. Corresponden seiscientos metros de saltos al Brasil y dos mil cien a la Argentina. La altura máxima de las caídas es de ochenta metros y la mínima de cincuenta y seis. Las potencias son: máxima, de 6.985.170 caballos de vapor; la media, 1.214.807, y la mínima, 132.400. El volumen medio de agua es de 6.300.000 metros cúbicos por hora. El cauce del río nace a novecientos metros sobre el nivel del mar, y al desembocar en Paraná tiene noventa metros de altura sobre el mar, repartido ese desnivel en una extensión de 1.320 kilómetros. Además de los grandes saltos, que son doce o quince, se cuentan hasta setenta saltos o chorros relativamente pequeños. »Sólo la caída central del salto Unión, ligada al Floriano, tiene una línea de caídas casi el doble de la del Niágara y una altura también doble. Se calcula que el volumen de agua es tres veces mayor que el del Niágara. También la caída africana de Victoria en el Zambeze es menor en volumen de altura, aunque aquel salto tiene una altura de ciento diecisiete metros.... A simple vista se observa en el Iguazú una grandiosidad de proporciones que supera desde luego al Niágara.» Así resume José Vasconcelos, autor y Ministro de Educación de México, los extraordinarios atributos de las Cataratas del Iguazú con motivo de su viaje a la región a fines de octubre de 1922. «De regreso... llegamos a Concordia —cuenta Vasconcelos luego de haberlas visto—... y allí nos recibieron de una manera triunfal; parecía que veníamos de descubrir las cataratas. Los periodistas nos pedían impresiones para transmitirlas por telégrafo a Buenos Aires; la prensa local nos dedicaba saludos; un diario de la región afirmó que antes que diplomáticos éramos artistas, puesto que abandonábamos las comodidades de Buenos Aires para ir a gozar con la contemplación de la naturaleza. En la Escuela Normal hubo una de esas fiestas en las que se siente pasar el soplo arrebatado del entusiasmo; canciones patrióticas, discursos vehementes... Pellicer leyendo entre grandes y calurosos aplausos la poesía que acababa de componer al Iguazú...» No hay duda alguna: hizo bien Vasconcelos al dedicarle tiempo a la contemplación de la naturaleza. Y si bien, según el famoso escritor mexicano, «no es posible dejar de hablar de las cataratas sin apuntar algunos datos numéricos», tampoco debiera ser posible hacerlo sin aludir a algunos conceptos teológicos al respecto. Es que, según San Pablo, lo que se puede conocer acerca del Artista Divino que las creó es evidente al contemplarlas. «Porque desde la creación del mundo las cualidades invisibles de Dios, es decir, su eterno poder y su naturaleza divina, se perciben claramente a través de lo que él creó». Carlos Rey Un Mensaje a la Conciencia www.conciencia.net Textos: Una antología generalDe la raza cósmicaJosé Vasconcelos, los años del águila, 1920-1925: educación, cultura e iberoamericanismo en el México postrevolucionario

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